lunes, 28 de julio de 2014

Innegable que somos la evolución del chango

Después de la espera para ver esta nueva historia sobre un clásico, como lo es El Planeta de los Simios, mi equipo y yo decidimos pasar nuestro sábado por la noche visitando Cinépolis, sin palomitas ni agregados.

La película, un producto cultural totalmente recomendable. Visualmente tiene momentos muy bien logrados y escenas que recuerdan la magia de las películas viejas; la historia como siempre te lleva a reflexionar sobre la naturaleza humana, o cabe decir en este caso la naturaleza de los primates, todos bestias complicadas. 

En casa tengo esta eterna discusión donde siempre aseguro que para mí ningún humano tiene más valor per se que un animal que esté integrado a una familia, ¿valdría más la vida de un hombre asesino-mala-leche que la de mi canino Benito, fiel, leal y el mejor perrihijo, sólo por el hecho de ser humano? No. En el caso de que tuviera que decidir sobre la vida de un humano sin conocerlo y la de un animal, mucho más un primate (forman sociedades con cultura, política, liderazgos, y los hemos usado-esclavizado por muchísimo tiempo) ¿a quién salvaría? Para mí es una encrucijada ética difícil de resolver. Ojalá nunca tenga que tomar esa clase de decisiones.




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